La COVID19 marcó cambios entre otras cosas, en las conductas en salud desde que se anunció por la OMS en enero de 2020. Las conductas en salud tuvieron que cambiar, pero la forma en que fueron vividas y significadas por las personas no se puede conocer con las estadísticas sobre quién cambió qué; quién hizo qué en casa durante el confinamiento; quién enfermó y quién cuidó. El confinamiento obligó a muchas personas a vivir la vida solo en casa; el trabajo, el estudio, el tiempo de ocio para quienes tuvieron algo de esto último, todo era preferentemente hecho en casa y en algunas ciudades, obligatorio, precisamente por las medidas implementadas por los gobiernos ante el inicio y curso de la pandemia.
Los cambios en las conductas en salud durante el confinamiento fueron vividos de manera particular por cada hombre y cada mujer. Y aunque se dieron en casa, mantuvieron la estructura y los determinantes sociales para dar a nuevas prácticas de cuidado y autocuidado de la salud como en el caso de los hombres, o como en el caso de las mujeres, también para dar lugar a formas más aguda y profundas de experimentar patrones de conductas que, por razón de género, les hizo concentrarse en servir para el cuidado de las otras personas en primer término, y tal vez después poder hacer algo para el cuidado de sí mismas.
El artículo Narrativas sobre cambios de conductas en salud durante el confinamiento en España según género1 da muestras de ello; de la manera en que el género, como determinante estructural de la salud2, en interseccionalidad con otros ejes sociales de desigualdad como las condiciones socioeconómicas, delimitó posibilidades y límites para las personas según su sexo y rol en la familia. En el caso de las mujeres, ejemplos de esto último son dedicarse al cuidado de las hijas e hijos y personas dependientes en casa; ser víctimas la violencia de género en el ámbito familiar3,4, el mayor desempleo de las mujeres en comparación con los hombres5 cuando las empresas priorizaron mantenerlos por ser valorados como los proveedores del hogar; la elección de postergar buscar atención médica en caso de otros padecimientos al priorizar el trabajo de cuidados y doméstico, o no salir para no adquirir COVID19, o por la imposibilidad de tener acceso a un servicio de salud pública en caso necesario por causa diferente a la COVID19, dados los niveles de saturación de los servicios de urgencias y hospitalización por personas con COVID19.
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El artículo plantea el marco conceptual que considera al género como determinante estructural 6,7 de la salud fundamental para comprender las conductas individuales que conforman el estilo de vida para el cuidado o no de la salud, que se presentan en mujeres y hombres y que se matizan o diferencian en función de otros ejes de desigualdad socioeconómica. El marco de referencia es basto para situar el contexto en el que se ha mostrado que las personas tuvieron cambios de actividades y comportamientos durante el confinamiento a según el género de la determinación del género, aunque efectivamente hace falta documentar la experiencia vivida por parte de las personas a través de estudios con metodología cualitativa y perspectiva de género. Y es que ahí está al centro la persona, con toda la subjetividad y la implicación de ver más allá de los números, para recuperar las experiencias y necesidades desde las personas, con los significados y posibilidades ya que en ello les va la elección de una u otra alternativa.8
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Los diferenciales significativos de las experiencias de las mujeres y los hombres son parte del conocimiento necesario para comprender cómo se da ese proceso de cambios de conductas, en que se favoreció que los hombres pudieran vivir la experiencia del confinamiento con preocupaciones, dificultades por el aislamiento y malestares, pero también con posibilidades de realizar cambios de conductas para su salud con nuevas estrategias de afrontamiento como tener tiempo para elaborar comidas, leer, actividades de ocio, contacto virtual con amigos del pasado, en suma cambios que contribuyeron a su bienestar durante el confinamiento. También cambios para la buena convivencia como la buena organización de las tareas del hogar
Recordemos que la perspectiva de género en salud nos permite identificar las maneras en que las mujeres toman decisiones sobre su salud a partir de las relaciones de poder en su contexto con normas y valores atribuidos socialmente9, y también los hombres, para lo cual se requiere tener información estadística de la salud desagregada al menos por sexo, aunque también es necesario conocer la manera en que viven esos procesos y qué les significa e implica en sus emociones, sus intereses, y sus necesidades reconocidas.
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Así, podemos ver que, para las mujeres ocurrieron cambios de conductas en salud, aun cuando el énfasis en su interés y sentir fue estar centradas en el cuidado de las otras personas, un comportamiento esperado por razón de género en ellas: la salud, el bienestar y el cuidado de las y los hijos y las demás personas de la familia, lo que se ha reportado en otros estudios.10
Los diferenciales de género entre el cuidado y autocuidado de la salud de las mujeres y los hombres nos dan elementos para que las políticas públicas busquen incorporar líneas de acción de promoción de la salud y de atención en servicios de salud, que favorezcan la apropiación de mensajes de comunicación social que sí tengan sentido para ellas y para ellos.
También deberían considerarse para las prácticas del personal médico realizadas durante la consulta, las recomendaciones que da, para que se busque favorecer en todo momento la corresponsabilidad en el cuidado de la salud individual y familiar, así como en las actividades domésticas y la vida laboral. Esto, para que las mujeres y los hombres por igual, tengan condiciones de posibilidad para contar con apoyos para el cuidado de su salud o bien, que cuando enfermen, tengan la posibilidad de recibir cuidados sin que esta labor recaiga únicamente en las mujeres.
*Dra. Yuriria A. Rodríguez Martínez
Doctora en Ciencias Sociales, con especialidad en Mujer y relaciones de género por la UAM- X, especialista en Estudios de la Mujer por El Colegio de México, y psicóloga por la UNAM. Fue becaria del Professional Exchange for Applied Knowledge en University of Michigan. Con más de 25 años de experiencia académica y profesional con enfoque interinstitucional e intersectorial, en universidades públicas y privadas, organizaciones de la sociedad civil y organismos públicos, como especialista en el campo de la perspectiva de género y enfoque de derechos humanos en salud, la cultura institucional, la prevención y atención a la violencia de género en salud pública e instituciones educativas. Actualmente es académica responsable del Programa de Estudios de Género en Salud del Departamento de Salud Pública en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México.
- Jacques-Avin ̃ó, L. Medina-Perucha, Y. Young-Silva et al. Narrativas sobre cambios de conductas en salud durante el confinamiento en España según género. Gaceta Sanitaria 37 (2023) 102296.
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- Azcona G, Bhatt A, Encarnacion J, Plazaola-Castaño J, Seck P, Staab S, et al. From insights to action. Gender equality in the wake of COVID-19. Nueva York: ONU-Mujeres; 2020 [consultado el 12 de agosto del 2021]. Disponible en: https://www.unwomen.org/en/digital-library/publications/2020/09/gender-equality-in-the-wake-of-COVID-19.
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