“Las etiquetas son para la ropa”: resignificando la locura desde espacios feministas

Reflexiones a partir del artículo “Vida comunitaria para todas: salud mental, participación y autonomía. Informe SESPAS 2020” (1)

La definición de locura siempre ha estado unida a una serie de procesos sociales, a instituciones y prácticas de poder en cada momento de la historia (2). A menudo, tener una buena salud mental se ha asociado con la sumisión a las normas sociales y de convivencia (3). Uno de los sistemas sociales que más ha marcado y marca los procesos diagnósticos en salud mental, y que a su vez es causante de malestares emocionales y sufrimiento mental es el sistema patriarcal.

El sistema patriarcal o sistema sexo-género (4), es un sistema social y político que divide a la población de forma binaria, asignando un sexo al nacer en función de unas características biológicas (macho / hembra), a este sexo un género (masculino/ femenino), y a cada género un polo opuesto de atracción sexo-afectiva (heteronormatividad). Este es un sistema jerárquico, que da más poder a los hombres, sobre todo a aquellos que no son disidentes en términos de género ni de opción sexo-afectiva. Las relaciones de poder que este sistema genera nos enferman físicamente y mentalmente, sobre todo a las mujeres, y a las personas que no encajan en el resto de estas normas, como las personas trans* (5) o las que no encajamos en la heteronormatividad.

La interacción género (entendido de forma amplia) y salud mental se produce por varias razones (6). A las mujeres nos enferma porque nos deja fuera de muchas oportunidades como trabajos bien remunerados, horas de descanso y de autocuidado. También nos enferma por la violencia que recibimos y la discriminación. Además, frente a estos malestares generados por las condiciones de vida se nos medicaliza mucho más deprisa. Esto invisibiliza las desigualdades sociales como un posible origen de muchos de estos trastornos y malestares. Sabemos que la sociedad enferma. Estos hechos no niegan que existan enfermedades mentales que puedan tener un origen biológico, pero ponen de relieve muchos de sus desencadenantes.

Sea cual sea la causa del origen del sufrimiento, la construcción de la experiencia de la enfermedad mental termina afectando a la identidad de las personas, las estigmatiza, y las limita. A diferencia de otras enfermedades, las etiquetas sobre salud mental se adueñan de la identidad de las personas, olvidando el resto de características identitarias propias de cada una. La propia etiqueta victimiza, infantiliza, incapacita y aparta del espacio comunitario, especialmente de aquel espacio con poder de decisión (1); algo que por el sólo hecho de ser mujer ya hemos vivido y a menudo seguimos viviendo. Este hecho empeora si se sufren otras múltiples opresiones estructurales (7) debido a procesos migratorios, la edad, la clase social u otras. Y de este modo se dificulta poder tener una vida saludable dentro de la enfermedad o del sufrimiento emocional, es decir, poder desarrollar una vida autónoma, solidaria y gozosa[1]. Ambos puntos no deberían ser incompatibles.

¿Qué podemos hacer? Si como dice Foucault (2) la definición de la locura ha estado unida a procesos sociales, como sociedad nos queda mucho margen de acción para el cambio. Partiendo ya de importantes avances, desde la desinstitucionalización psiquiátrica que derribó algunos de los muros de los hospitales, ahora es necesaria la incorporación plena de las personas con diagnóstico de trastorno mental en la comunidad como miembros con plenos derechos. Y aquí es donde el artículo “Vida comunitaria para todas”(1) nos aporta camino a seguir con experiencias en voz propia como el grupo de mujeres de Radio Nikosia. Ellas proponen tejer espacios comunitarios y feministas de politización colectiva, de reflexión y de producción de otros discursos del sufrimiento y de la locura, de creación de nuevas estrategias que fomenten la salud mental y la autonomía de las personas. Espacios para des-enfermar. Una politización colectiva necesaria alrededor de la identidad, porque sabemos que si cada una de nosotras no decide quién es, otros (en masculino no genérico) lo deciden por nosotras.

[1] Definición de salud de Jordi Gol en el X Congreso de Médicos y Biólogos de Lengua Catalana (1981)

El grupo de mujeres de Radio Nikosia, reunido para escribir el artículo “Vida comunitaria para todas”, sabias en sus vidas y en su manera de vivirla, nos lo comparten a todas.

¿Por qué espacios feministas? Para enfatizar la lógica horizontal de estos espacios, donde relacionarse desde la intimidad. Para poder aceptar que somos interdependientes, que todas nos necesitamos a todas, y tener un espacio donde se respeten las vulnerabilidades y esto no nos victimice. Para poner los cuidados al centro de la vida. Para construir de forma colectiva el conocimiento en salud mental, donde los saberes profanos, aquellos saberes de las personas atravesadas y marcadas por los malestares mentales y los diagnósticos, cuenten. Donde no se niegue ni se invisibilice este saber por los saberes expertos (8). Donde la interacción entre la locura y el ser mujer ocupe espacio y vivencias propias. Donde también cuenten otras formas de ser mujer más allá del binarismo de género impuesto y que nos enferma. Un espacio para derribar todos los binarismos: cuerda/ loca, sana/ enferma, capaz/incapaz… Y un espacio para visibilizar las múltiples opresiones vividas y sus intersecciones (7), no sólo la de género y salud mental, también la de ser migrante, la de clase social, la de ser racializada… Donde quepan todas las complejidades de la vida.

El grupo de mujeres de Radio Nikosia ha creado este espacio y nos lo cuentan en el artículo personalmente. Ellas, 74 mujeres, nos explican cómo esta experiencia de colectivizar su dolor y su cotidianidad les sana. Nos cuentan cómo Radio Nikosia les da la voz que en otros espacios se les ha negado, y cómo poner palabra al sufrimiento ha sido un primer paso para sanarse. En el documental Zauria(k) Herida(s) Locura, Cuerpo y Feminismos (9), algunas de las participantes de Radio Nikosia y otras mujeres nos explican las experiencias de sus malestares, de ser diagnosticadas y tratadas. Nos cuentan cómo ser mujer cis y mujer trans* en nuestro sistema patriarcal ha sido causante o agravante de sus malestares y en algunos casos de sus diagnósticos. Y también nos cuentan cómo mediante las redes tejidas por ellas mismas con una mirada feminista han encontrado gran parte de la solución.

ZAURIA(K) TRAILER – YouTube

Ellas han conseguido crear un espacio político de resistencia que les sirve para su propio bienestar, pero también para construir una sociedad más justa socialmente. Ellas que son pioneras, pero que no son las únicas. Ellas que definen con una frase corta y contundente su objetivo: “Se trata de crear un espacio donde quepamos todas y esta es una cuestión muy radical en realidad” (9). Seamos radicales.

Vanessa Puig-Barrachina

Doctora en Biomedicina, Máster en Salud Pública y Licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración. Actualmente, trabaja como técnica en salud pública en el servicio de Salud Comunitaria de la Agència de Salut Pública de Barcelona. Editora del Informe SESPAS 2020 “Retos actuales de la salud mental desde la salud pública y la administración sanitaria” en el cual se publicó el manuscrito “Vida comunitaria para todas: salud mental, participación y autonomía. Informe SESPAS 2020”.

Referencias:

  1. Fernández A, Serra L, Grupo de Mujeres de Radio Nikosia. Vida comunitaria para todas: salud mental, participación y autonomía. Informe SESPAS 2020. Vol. 34, Gaceta Sanitaria. p. 34–8. Available from: http://www.gacetasanitaria.org/es-vida-comunitaria-todas-salud-mental-articulo-S0213911120301886
  2. Foucault M. El nacimiento de la clínica. Una arqueología de la mirada médica. Madrid: Siglo XXI; 1989.
  3. Valls Llobet C. Mujeres invisibles para la medicina. Capitan Swing ; 2020. 1–479 p.
  4. Rubin G. Toward an Anthropology of Women. NY: Monthly Review Press; 1975.
  5. Suess Schwend A. La perspectiva de despatologización trans: ¿una aportación para enfoques de salud pública y prácticas clínicas en salud mental? Informe SESPAS 2020. Vol. 34, Gaceta Sanitaria. p. 54–60. Available from: http://www.gacetasanitaria.org/es-la-perspectiva-despatologizacion-trans-una-articulo-S0213911120301850
  6. Bacigalupe A, Cabezas A, Bueno MB, Martín U. El género como determinante de la salud mental y su medicalización. Informe SESPAS 2020. Vol. 34, Gaceta Sanitaria. p. 61–7. Available from: http://www.gacetasanitaria.org/es-el-genero-como-determinante-salud-articulo-S0213911120301813
  7. Collins PHC, Bilge S. Interseccionalidad. Madrid, Editorial Morata, 2019.
  8. Correa-Urquiza M. Radio Nikosia. La Rebelión De Los Saberes Profanos . Editorial Grupo 5; 2015. 1–286 p.
  9. Varias directoras. ZAURIA(K) Herida(s) Locura · Cuerpo · Feminismos [Internet]. 2019. Available from: https://www.youtube.com/watch?v=vjMZV5QRmwE