¿Qué ha pasado con las publicaciones científicas en tiempos de COVID?

¿Qué ha pasado con las publicaciones científicas en tiempos de COVID?

Esteve Fernández

Una pregunta más o menos así es la que nos hemos hecho, y nos seguimos haciendo, muchas y muchos colegas desde prácticamente el inicio de la pandemia. En efecto, en los primeros meses de 2020 vimos cómo las grandes revistas científicas daban luz verde a numerosos estudios de forma acaso un poco… ¿alocada? Y, además, ¡estos artículos nos llegaban antes a través de los medios de comunicación que a través de nuestra suscripción a los sumarios electrónicos de las revistas! Y hablamos de muchos artículos: una búsqueda “rápida” en PubMed (COVID-19 or SARS-CoV-2) nos devuelve 12.169 artículos con abstract en 2020, 18.324 en 2021 y 7.772 en 2022 hasta finales de junio.

Aunque prefiero hablar de evidencias, toca aquí explicar también percepciones. Percepciones mías y percepción de percepciones. Percepción de que las series de casos volvían. Percepción de urgencia y de que todo vale. Percepción de que los tiempos editoriales iban rápidos, o muy rápidos. Percepción de muchas publicaciones sobre COVID, y en muy poco tiempo. Percepción de búsqueda de titulares más que búsqueda de evidencias. Percepción (chistosa) de que alguien había inventado la pandemia para poder publicar…

Para salir de este mundo algo irreal de las percepciones, nuestros compañeros Cristina, Alberto y Mónica de la Universidad de Santiago y el CIBERESP nos ofrecen algunas evidencias muy necesarias. Mediante un acertado estudio de artículos “COVID y no COVID” en Gaceta Sanitaria, con diseño de casos y controles, han tratado de dar respuesta a algunas de las preguntas que muchos nos estábamos haciendo. Y sus resultados, a partir del análisis de revistas “top” en cinco grandes áreas de las ciencias biomédicas, son bastante contundentes. Los “artículos covid” presentan menos indicios de calidad que los “no covid”, pues son mayormente observacionales (descriptivos y analíticos) y tienen un menor tamaño muestral. Además, el proceso editorial de los “artículos covid” es más rápido y reciben hasta tres veces más citas.

Ciertamente, dada la situación de emergencia, tanto los investigadores como las revistas y editoriales teníamos la responsabilidad de responder. Hubo un compromiso internacional coordinado de “acelerar” procesos editoriales. Pero esto parece haber comportado una cierta laxitud editorial, incluso en revistas de alto prestigio. Y la aceleración del proceso editorial para unos manuscritos, ¿lo enlentece para otros? Yo, personalmente, no creo en el “si no es COVID no lo vas a publicar” que también ha circulado en los inframundos de la investigación. Del trabajo de Candal-Pedreira, Ruano-Ravia y Pérez-Ríos se puede ver que 7 de las 20 revistas estudiadas (todas ellas top en su ámbito) no habían publicado artículos COVID en el primer año de pandemia.

Hay algunos otros factores a tener en cuenta, como son la eclosión del formato “preprint” (que ya existía, pero que con la COVID se ha disparado). ¿Bueno, malo o todo lo contrario? Tenemos también evidencia de que la transferencia de conocimiento a través de los “preprints” no es óptima. En efecto, estos manuscritos que ven la luz en servidores sin haber pasado una revisión experta pueden tener defectos importantes, y llegar a trascender (como ha pasado durante la pandemia) a los medios de comunicación. Un caso paradigmático es el del supuesto efecto protector del tabaquismo para la infección por COVID, que saltó a los medios de comunicación a partir de un preprint de une estudio francés con numerosos defectos metodológicos, inspirado a su vez en las observaciones iniciales chinas (series clínicas) de pacientes ingresados con COVID, con los consiguientes sesgos de selección y de información. El universo preprint debe ser más explorado… hemos visto preprints que “evolucionan”, con cambios en las autorías o en los objetivos y métodos, y evidentemente en los resultados (en diversas versiones preprint y comparada con el artículo publicado en una revista, Figura 1). ¿Y qué se acaba citando? ¿Qué versión del preprint, o el artículo finalmente aceptado? ¿Y cómo se tienen en cuenta para los indicadores bibliométricos? Y a pesar de ello, algunas revistas de primera línea siguen recomendando a sus autores que antes del envío diseminen su manuscrito en un servidor de preprints…

Algunos de estos artículos con edición “exprés”, que vieron la luz como preprints, han sido ya retractados, que es otro indicador más o menos directo de calidad. ¿Será más frecuente la retractación en artículos covid que en artículos no covid? ¿Qué visibilidad han tenido esos artículos que más tarde se retractan? ¿Se siguen citando a pesar de la retractación?

Finalmente, también debemos preguntarnos acerca de la influencia de la pandemia en otro problema que ya venía de lejos: las revistas (y editoriales) depredadoras. Las prácticas depredadoras de estas revistas, ya bien caracterizadas, también se han visto favorecidas por la pandemia. Un reciente estudio ha puesto de manifiesto cómo estas revistas han atraído un buen número de artículos sobre COVID. Mi percepción, que podría ser hipótesis a poner a prueba con algún diseño imaginativo, es que muchas personas autoras miran hacia otro lado, y perecen ante la rapidez editorial, el «light peer review» de estas revistas y el idolatrado factor de impacto bibliográfico que muchas de ellas ya exhiben orgullosas.

Como casi siempre, son diversos factores bastante relacionados unos con otros, incluyendo las “políticas editoriales” y las preferencias de personas editoras, revistas y editoriales. Seguramente no tendremos respuestas a las preguntas aquí planteadas hasta dentro de 2, 5 o más años, cuando podamos analizar con cierta perspectiva si esos cambios que vislumbramos se han consolidado o no, y qué efecto han tenido sobre la publicación y, sobre todo, qué impacto han tenido para la provisión de servicios y de salud y para la salud pública.

 

Esteve Fernández

Jefe del Programa de Prevención y Control del Cáncer del Institut Català d’Oncologia, y del Grupo de Investigación en Control del Tabaco del Institut d’Investigació Biomèdica de Bellvitge y CIBERES, Catedrático de Salud Pública de la Universitat de Barcelona.

El autor fue 5 años editor asociado y 6 años director de la revista Gaceta Sanitaria, y en la actualidad es miembro de su Consejo Asesor. Además, fue Vicepresidente (2012-2014) y Presidente (2014-2016) de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), sociedad federada en SESPAS, propietaria de la cabecera de Gaceta Sanitaria. Todas las opiniones recogidas en este post son del autor, y en ningún caso lo son necesariamente de sus empleadores (ICO, IDIBELL, UB) ni de la SEE o la SESPAS.