PERO, ¿DEBEMOS COMER PESCADO, O NO?

Es evidente que estamos inmersos en la sociedad de la información, de una información veloz; cada vez nos enteramos antes de las cosas y los medios informativos convencionales debaten sobre su futuro ya que con las redes sociales se está dando noticia de lo que ocurre al instante y con testigos directos de lo acontecido.

 

Por otro lado, la población general tiene acceso a numerosas fuentes de información a través de Internet, lo que le haría estar en disposición de tomar las medidas adecuadas en función de esos conocimientos.

 

Sin embargo, ¡qué difícil es transmitir prácticas adecuadas de salud!, ¡cuánto esfuerzo es necesario! Por un lado, resulta difícil discernir entre la información veraz y aquella que introduce sesgos en sus afirmaciones; por otro, a veces damos informaciones contradictorias que solo sirven para desacreditar lo que afirmamos: la población se da cuenta de que decimos unas veces una cosa y otras, la contraria. Incluso es probable que en alguna ocasión las dos afirmaciones que parecen opuestas sean correctas.

 

Esto es lo que ocurre en el tema del pescado. Desde la Administración, o desde organismos del sector pesquero, se recuerda la necesidad de comer pescado, lo que es cierto, destacando como virtudes la fuente de proteínas, los Omega 3, los nutrientes, etc., y, por otro, hay quien dice que hay que limitar el consumo de pescado, sobre todo de algún tipo de pescado, a unas determinadas cantidades semanales, porque puede provocar acumulación de mercurio (metilmercurio) en el organismo.

 

Otras veces, profesionales sanitarios minimizan la posible exposición al mercurio: “No hay problema”, dicen, “el mercurio está en la grasa del pescado”, lo que no es cierto ya que el mercurio está en la masa muscular del mismo.

 

Ya se ha liado ¿qué se le está diciendo a los ciudadanos, ¿que coman o que no coman pescado?

 

En ese contexto se reunieron, en el año 2014, profesionales representantes de sociedades científicas españolas de salud ambiental, medicina de laboratorio, endocrinología, nutrición, alimentación y dietética, educación para la salud, hipertensión arterial, salud pública y administración sanitaria, epidemiología y ginecología que, coordinados por la Dra. Montserrat González Estecha, en el hospital Clínico San Carlos de Madrid, crearon el  Grupo de Estudio para la Prevención de la Exposición al Me-Hg (GEPREM-Hg).

 

Dicho Grupo ha publicado 3 documentos técnicos y un documento de posicionamiento, fruto de la búsqueda, evaluación y síntesis de la evidencia científica existente sobre la exposición al metilmercurio en la población general española, que, todo hay que decirlo, es más elevada que en otros países de nuestro entorno, por el mayor consumo de pescado. Por cierto, no se ha dicho, aunque se da por sabido, que el mercurio es un marcador de la exposición del organismo al mismo, y su aumento tendrá una repercusión sobre la salud.

 

Estos documentos han sido publicados en distintas revistas científicas y están circulando en el mundo académico, pero han tenido escasa repercusión en los medios informativos accesibles a población general. ¿Es un tema que no interesa? Es probable. ¿Hay a quién no le interesa que quede clara la posición que transmiten estos documentos? También es probable.

 

Lo cierto es que, desde ese grupo que se ha citado, se dijo: “Como esta información no llega al ciudadano por lo menos que llegue a los profesionales sanitarios que están en contacto con ellos: que los pediatras, ginecólogos, médicos de familia etc., tengan una información veraz sobre la posible exposición al metilmercurio, por consumir ciertos pescados en determinadas cantidades”.

 

Y sí, sí hay que comer pescado, pero hay que limitar su ingesta, sobre todo de los grandes peces predadores como el emperador, pez espada, el tiburón, el atún o el marlín entre otros. Pero ¿cuánto se puede comer? Es recomendable leer el artículo porque no será lo mismo comer un pescado que otro, una cantidad pequeña que una grande, que se esté embarazada o no, se tenga 20 años o 70.

 

Resumiendo, las recomendaciones genéricas que se dan en ese artículo son:

 

– Consumir pescado, al menos 2 raciones a la semana.

– Elegir pescados con bajo contenido en mercurio.

– Consumir especies variadas.

– Consumir los ejemplares más pequeños de la misma especie, dentro de los límites legales.

– Consumir raciones pequeñas.

– Limitar el consumo de pescados con elevado contenido en mercurio.

-En las mujeres embarazadas, en periodo de lactancia y niños hasta 14 años, consumir preferentemente los pescados y mariscos cuya concentración de mercurio sea inferior a 0,15 mg/kg.

 

Y, por cierto, sería recomendable, mejor dicho, imprescindible, que en esta sociedad de la información se tuviese acceso a los resultados de los análisis de contaminantes que se realizan en los pescados y mariscos que se comercializan en España; con buena información podemos estar preparados para tomar las decisiones adecuadas.

 

 

Referencia:

 

González-Estecha M, Bodas-Pinedo A, Guillen-Pérez JJ, Rubio-Herrera MA, Martínez-Álvarez JR, Herráiz-Martínez MA et al. Documento de consenso sobre la prevención de la exposición al metilmercurio en España.Nutr Hosp. 2015;31(1):16-31

 

 

 

Junta Directiva de la Sociedad Española de Sanidad Ambiental (SESA)